viernes, 5 de marzo de 2010

Sin sentido.


Los suicidios, según un informe oficial del Instituto Nacional de Estadística (INE), son la primera causa de muerte externa entre la población española. De ellos, el 92,5% de los intentos de suicidio se llevan a cabo mediante intoxicación medicamentosa. En el conjunto del mundo, se estima que un millón de personas se quita la vida, lo que representa un suicidio cada 40 segundos, una cifra que supera las defunciones registradas en algunos conflictos bélicos. Y el número de tentativas es 10-20 veces mayor, con lo cual estamos hablando de una tentativa de suicidio cada 3 segundos.

En la actualidad, el humor perturbado o distimia, se caracteriza principalmente, por la dificultad de las personas para disfrutar de las cosas positivas de la vida o para considerarse plenamente felices. El suicido está hondamente relacionado con la ausencia de sentido. En esta deshauciada situación, se genera el llamado vacío existencial, donde la persona experimenta la sensación de que no puede controlar su propia vida y de que nada puede hacerse para cambiar el estado de las cosas. Este trastorno, genera una frustación espiritual-existencial que deriva en el suicidio.

De forma general, podemos distinguir entre: parasuicidio o gesto suicida, en el que es evidente, explícita o implícitamente, que la persona no ha intentado matarse y desea aparentar lo contrario para obtener un beneficio o llamar la atención, situación de lo más habitual en el servicio de urgencias; por otro lado, nos encontramos con el suicidio auténtico, cuando hay una evidencia de que existía la intención de provocarse la muerte, que puede ser frustado o consumado.

Dentro de las caraterísticas del intento, la peligrosidad del método guarda una estrecha relación con la intencionalidad letal, ya que un precipitado, ahorcado o heridas por arma blanca o de fuego lo demuestran, en cambio las intoxicaciones medicamentosas se suelen considerar tentativas menos graves, aunque depende del conocimiento subjetivo del paciente hacia la sustancia utilizada. La conciencia de efectividad de la tentativa, evalúa el grado de asombro que produce en el paciente las consecuencias de su ingestión, dado que en ocasiones, existe una creencia errónea acerca de la letalidad del intento. Características como, el grado de planificación, la accesibilidad para evitar el rescate, y la actitud ante el resultado, explorando grados de alivio ante la situación de la salvación o si surgen sentimientos de frustación por el resultado, nos producen cierta inquietud a los profesionales sanitarios, ya que ante ese sentimiento de frustación por no haberse quitado la vida, nuestra actitud es la de salvarlo por encima de todo en contra de los reales propósitos del paciente. Se trata de un conflicto ético entre los profesionales sanitarios y el paciente suicida...

El problema es grave. Esta situación jutifica la necesidad de poner en marcha programas preventivos para reducir los comportamientos suicidas. Una gran parte de los pacientes suicidas, verbalizan de modo directo e indirecto sus intenciones, y es ahí donde los profesionales sanitarios debemos estar sensibilizados para identificarlas. La empatía, flexibilidad y lectura de signos no verbales, dan la clave de los síntomas clínicos.

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