miércoles, 17 de marzo de 2010

Puertas abiertas.

Las puertas de la mayoría de los hospitales están abiertas y descontroladas. No se pide pase para las visitas y tampoco ningún profesional sanitario regula su presencia. Los hospitales de puertas abiertas se han ido poniendo de moda el los últimos años. Un error, ya que el continuo ir y venir de gente provoca un funcionamiento inadecuado del profesional, molestias al paciente, menor higiene, incremento del riesgo de infeciones y una mayor inseguridad.

Todos los días, contemplamos los profesionales sanitarios la avalancha de gente que merodea por los pasillos o invade literalmente las habitaciones. Hay sagas familiares que acuden al completo al hospital a ver a los suyos. Algunas personas traen grandes bolsos que nadie inspecciona al entrar ni al salir. Los robos de objetos personales o material están a la orden del día. Los niños juegan en los pasillos, y más de un adulto cuando le hemos rogado que salga fiera de la habitación mientras atendemos a un paciente, se ha negado en rotundo.

El afán de visitar hospitales forma pate de la cultura mediterránea, frente al hospital anglosajón, silencioso y sin apenas visitas. Pero esto choca con los derechos del enfermo, ya que algunos pacientes se quejan del escaso respeto a su intimidad o por la inaguantable algarabía diaria que soportan..., ellos y nosotros. Al paciente también hay que preservarlo con fercuencia de sí mismo, ya que viene gente a quien el paciente a lo mejor no quiere ver y le cuenta cosas que los profesionales sanitarios le hemos ocultado por razones terapeúticas.

Ante esta caótica situación, se deberían poner en marcha programas de regulación de visitas, estableciendo un horario de entrada y salida, y un máximo de dos personas por habitación, a parte del paciente y cuidador, por ejemplo.

Si de mi dependiera, los hospitales serían blindados como si de una caja fuerte se tratara, pero no se puede prohibir..., se trata más de una cuestión de educación.

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