jueves, 8 de abril de 2010

Riesgos evitables.


La atención sanitaria es una actividad compleja, con muchos riesgos y en la que los errores son frecuentes. El 50% de estos eventos adversos que se producen como consecuencia de la acción sanitaria, tienen un potencial elevado de ser prevenidos.

Se atribuyen en muchas ocasiones a factores relacionados con el sistema, un sistema no suficientemente robusto. En la mayor parte de las ocasiones, los fallos en el sistema son causa de errores y no deberían atribuirse de forma simplista a la ineptitud individual. El enfoque tradicional asume que un profesional bien formado y consciente, no comete errores. Esta forma de pensar tradicional iguala al error con la incompetencia y contempla la punición como la forma efectiva de motivar a los trabajadores a ser más cuidadosos.

Si en términos generales la seguridad de los pacientes es importante, en el ámbito de los servicios de urgencias adquiere una relevancia especial. La atención sanitaria en urgencias muchas veces implica la evaluación y tratamiento de forma simultánea de múltiples pacientes con un amplio rango de coincidencias y formas de presentación que frecuentemente deben ser evaluadas con recursos limitados.

Además, nos encontramos con unas circunstancias que hacen aumentar los riesgos. Las urgencias se caracterizan por la complejidad e intensidad de las actividades que se pueden agravar por situaciones como la naturaleza multitarea del trabajo, distracciones frecuentes, cambios de turno y múltiples transacciones en la atención, alta exposición a la toma de decisiones, existencia de problemas poco diferenciados de diversa gravedad, aparición de fatiga y falta de feed-back, que en muchas ocasiones no permite hacer evidentes los errores..., entre otros elementos de carácter intrínseco a las características del servicio. Desde un punto de vista estructural, nos encontramos con masificación, falta de personal o su excesiva rotación, una supervisión insuficiente o inexperiencia de algunos profesionales. Estos factores, hacen que la probabilidad de aparición de errores sea incluso superior que en otros servicios.

No se trata de justificar los errores, se trata de incorporar a la práctica asistencial y organizativa habitual, la estrategia de disminuir los riesgos como algo rutinario. La culpabilización tiene efectos tóxicos, ya que de esta forma los trabajadores difícilmente comunicarán o comentarán los errores, lo que hace imposible aprender de los mismos.

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