miércoles, 17 de noviembre de 2010

Nada más que hacer.


Hoy hemos vivido en urgencias una de las experiencias que más impactan por su dureza. Cuando parece que estamos preparados para casi todo, ciertas situaciones no nos dejan indiferentes.

Una paciente ha acudido como consecuencia de una recaída de su enfermedad, resignada y al mismo tiempo cansada, pero que como en ocasiones anteriores, quiere salir de ésta. Hemos conversado con ella mientras le realizábamos todos los procedimientos, acompañada de su única hija y dejándose hacer todo lo necesario con tal de mejorar.

De repente, su estado ha empeorado de forma súbita. Una hemorragia pulmonar masiva hace que se desangre por dentro y por fuera, y ella todavía consciente, intenta colaborar. Corremos y luchamos por salvar su vida haciendo todo lo posible hasta que su corazón ha decidido dejar de latir.

La sala de reanimación se ha quedado como si en ella hubiese habido una batalla campal y nuestro esfuerzo se ha esfumado dejándonos a todos una sensación de vacío por no haber podido hacer más de lo que hemos hecho, aún sabiendo que no había nada más que hacer.

Un día que a todos nos va a costar olvidar.

Descanse en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario