lunes, 8 de noviembre de 2010

Alcohólicos en potencia.


El alcohol es la droga que más muertes causa por detrás del tabaco. Regular su consumo se ha convertido en una asignatura pendiente para todas las administraciones pero sobre todo es uno de los principales caballos de batalla en el ámbito social. Un problema que afecta cada vez con más frecuencia a los jóvenes.

Un informe de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas reconoce que entre el 15 y el 20 por ciento de los menores de 12 años consumen alcohol de forma regular y el 40 por ciento de los jóvenes de 18 años lo hacen de manera peligrosa.

Concienciar sobre el efecto nocivo del alcohol sobre este segmento de la población no es tarea fácil. Todas las autonomías han legislado sobre su venta, publicidad y consumo con grandes diferencias a la hora de aplicar la ley. Medidas como prohibir el botellón, elevar la edad mínima para el consumo de 16 a 18 años, etiquetados de botellas con información sobre su efecto nocivo y las correspondientes multas que en la mayoría de los casos no se realizan, entre otras, sirven de poco.

La clave radica en la educación desde la infancia en los hogares y en los colegios, y en dectectar desde los centros sanitarios consumos de riesgo que alerten sobre la población diana con la que se debe empezar a trabajar. No se trata de hacer leyes, también es importante una labor educativa.

Promover hábitos de vida y ocio saludables para los jóvenes son incompatibles con el consumo de alcohol.

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