miércoles, 13 de enero de 2010

Remedios de siempre.


Gracias a la sabiduría ancestral que pasa de abuelas a nietos, los remedios populares se consideran efectivos, económicos y con menos efectos secundarios que los medicamentos producidos por la industria farmaceútica. Como otros aspectos de la cultura, pasan a través de las generaciones y hay personas jóvenes que los aceptan y respetan porque los han visto en sus mayores. Remedios que aplicaban con absoluta fé en sus poderes curativos. A veces, estos remedios curaban, en ocasiones mataban más rápidamente y en otra por inocuos ni hacían bien ni mal. Los jarabes, tés, cocimientos, gotas, cataplasmas, frotaciones, hervidos, lavativas, inhalaciones, en combinación con ingredientes como la miel, manzanilla, poleo, aceite de recino, esencia de arroz, limón, anís de estrella, vinagre, eucalipto..., y una vastísima gama de recetas empíricas sustentan la de por sí riquísima medicina práctica que aún hoy en día, pese a los avances de la ciencia, resiste y sobrevive, negándose a desaparecer.

En el medio urbano las recetas caseras son casi antiguas y se les observa con cierta desconfianza y curiosidad. En el ambiente rural, continuan siendo recurridas y efectivas, quizá porque se sigue creyendo en sus poderes curativos. Una tradición llena de sabiduría popular que tiende a desaparecer conforme la nueva civilización ocupa los espacios que habita el hombre de la modernidad. A pesar de ello y de la medicalización de la sanidad, parece que hay un resurgimiento en occidente del interés del público por la medicina natural tradicional. A menudo, la población no recurre únicamente a los profesionales sanitarios a la hora de curar una enfermedad, utiliza otras terapias alternativas y confía en la medicina natural.

No hay comentarios:

Publicar un comentario