martes, 19 de enero de 2010

Hasta el último minuto.


Como saben los aficionados a cualquier deporte de competición, aquellos minutos en los que el partido está decidido pero no se ha agotado el tiempo reglamentario, todo el mundo mira el reloj y gritan al árbitro para que acabe cuanto antes con semejante desperdicio de tiempo. Aunque la desgana de los últimos instantes de un partido que se da por ganado o por perdido, en ocasiones no son despreciables sino preciados, ya que el marcador hasta el úlimo minuto puede dar sorpresas. O como se dice en términos taurinos "hasta el rabo, todo es toro".

En general, no se puede decir lo mismo referido al trabajo, a cualquier trabajo y a todas las tareas. Porque tengo observado, que la mayoría de los profesionales que trabajamos en centros sanitarios, desde el primero al último, 15 o 20 minutos antes de finalizar la jornada laboral, es difícil dar con alguien que atienda en condiciones, salvo en caso de tratarse de una urgencia vital.

Probablemente, puede que ese desinterés en esos minutos previos a la hora de salida, no traigan mayores consecuencias y no suceda nada. Pero también puede ocurrir que atender con desgana a un paciente o contestar malhumorado o aplazar un ingreso o la petición de una prueba diagnóstica...etc., cause al paciente un disgusto posterior.

Si que es cierto, que después de una dura jornada, resulta hasta heroico mantener el tipo y la ilusión hasta el último minuto. Pero cuando el trabajo está vivo y resulta laborioso, lleno de entusiasmo y pasión, nuestras obligaciones son motivación más que suficiente para prestar una atención de calidad hasta el final.

1 comentario:

  1. Eso sucede en casi todos los centros de trabajo, pues lo sé por expreiencia, solo puede solucionarse con mas comprension por ambas partes, control de los mandos intermedios y por supuesto que los relevos se incorporen con puntualidad.

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