viernes, 6 de agosto de 2010

Pasarse de la raya.


El consumo de cocaína, es cada vez un mayor problema de salud pública en Europa. Al igual que otros estimulantes, está asociado a la noche, a salir de marcha, a las discotecas y al fín de semana ya que facilita la diversión, la deshinibición, la comunicación, las relaciones interpersonales, la prolongación y la intensificación de la fiesta.

Aunque para la mayoría su consumo se asocia a los contextos de ocio y fiesta, para algunos llegará a convertirse en el elemento central de su vida y a consumirla intensamente incluso a diario.

En cuanto a los efectos percibidos por los propios consumidores, los más frecuentes son problemas para dormir, pérdidas de memoria, tristeza o depresión. Los consumidores intensivos señalan además efectos como taquicardia, hipertensión arterial, sudoración y ansiedad e incluso problemas muy graves como infartos, brotes psicóticos o delirios persecutorios. Algunos consumidores señalan como uno de estos efectos perjudiciales, la tendencia a continuar el consumo para reducir sus efectos adversos.

Una droga cuyo consumo se asociaba en cierto grado al éxito y al prestigio social, pero que en la actualidad su imagen se asocia a la destrucción tanto personal como familiar del consumidor.

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