martes, 25 de mayo de 2010

Inevitable.


Con solo decirle a un paciente que se le va a realizar una extracción sanguínea o se le va a administrar una medicación mediante un pinchazo, algunos se inquietan, se alteran, se ponen a temblar y les entran ganas de salir corriendo del centro sanitario.

Este temor es en realidad una de las numerosas fobias existentes que suelen atacar a los seres humanos con miedos injustificados, irracionales, intensos e incontrolables. Esta situación lleva al temor a una situación u objeto y que no son proporcionales al peligro que representa, y pasa por el escalofrío que produce una inyección, fobia llamada tripanofobia.

Este tipo de fobia tiene una incidencia marcadamente familiar. Tiene su origen en la niñez, donde se inculca de manera errónea que una inyección es dolorosa y además se acostumbra a amenazar con inyecciones como medida de castigo.

El miedo se origina por imaginarse el paciente el dolor que la inyección le va a producir y por visualizar la sangre causada durante la inyección, manifestándose por desmayos y descenso de la presión arterial. Una mala experiencia en este sentido, marca al paciente para toda su vida llegando a darse cierto grado de generalización. Uno tiene miedo a las inyecciones, por tanto tiene miedo a los hospitales, por tanto tienen miedo al personal sanitario y así sucesivamente...

Algo que según testimonio de los propios pacientes: "no se puede evitar".

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