Hace unos días leía en determinados medios de comunicación y foros de opinión, ciertas declaraciones relacionadas con el estado de salud actual de dos personajes del panorama político en las que se cargaba contra ellos.
A Esperanza Aguirre le deseaban lo mejor junto a duras críticas como qué lista de espera ha tenido, querían saber si había compartido habitación y recordándole lo mal que está la sanidad de Madrid por su culpa. A Alfredo P. Rubalcaba querían que se le tratara con agujas de veterinario, con antibióticos caducados y algunos quieren verlo en la UCI política.
La libertad de expresión no está reñida con un mínimo de sensibilidad y de respeto a la intimidad de personas que están pasando, como muchas otras en nuestro país, por un mal momento en su vida personal.
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