La radiación que emanan los materiales radiactivos pueden dañar a los organismos vivos. El daño producido al cuerpo humano se mide con una magnitud denominada dosis de radiación. Exponer a un cuerpo a una dosis de radiación elevada le causaría la muerte. En tratamientos de radioterapia, que consisten en radiar un tejido o tumor para destruirlo, se irradian dosis muy superiores, pero al ser acciones muy localizadas sobre zonas concretas del cuerpo, los pacientes no sufren las consecuencias de la radiación.
Los residuos nucleares o radiactivos son material de desecho generado en el ciclo nuclear. En España se producen algo más de 2000 toneladas anuales de residuos que provienen de centrales nucleares que producen el 33% de electricidad del país y de cerca de 600 hospitales y centros de investigación.
El principio que sigue el almacenamiento de residuos es aislarlos del entorno humano, interponiendo entre ellos y los seres vivos un sistema de barrera que impida su retorno para siempre o que minimice los riesgos a un valor prácticamente nulo en caso de fuga. El peligro a evitar es que el agua de lluvia o el agua subterránea, entre en contacto con los residuos radiacativos y disuelva alguno de los radionucleidos presentes y los transportara al entorno humano con el consiguiente peligro que ésto supondría.
Actualmente, estamos asistiendo a una pugna de muchos ayuntamientos por conseguir la concesión para albergar un almacen de residuos nucleares en su municipio. Este hecho, tiene dividida a la población que se debate entre los posibles beneficios económicos que pueden reportar una planta de residuos para su ciudad y las consecuencias sanitarias que una decisión así puede generar en un futuro asociada a una fuga radiactiva.
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